En Savatthi.
Por la mañana muy temprano, la hermana Vajira se vistió, cogió el cuenco y la túnica y fue a Savathi a hacer la ronda de limosnas. Cuando volvió, comió y luego fue al bosque del Ciego. Se adentró en él y se sentó a meditar al pie de un árbol.
Y Mara, el Malo, quiso infundirle miedo para que perdiera la concentración y no pudiera meditar. Y se acercó a ella y recitó estos versos:
¿Quién haría
a esta criatura?
¿Quién sería?
¿Dónde estará?
¿Cuándo la haría?
¿Cuándo se deshará?
Y Vajira pensó primero: «¿Quién habrá dicho eso? ¿Será humano o no será humano?»
Pero luego pensó: «Es Mara el Malo, quiere infundirme miedo para que pierda la concentración».
Y al comprender que era Mara el Malo, le contestó con estos versos:
¿Cómo aceptas tú, Mara,
que hay «una criatura»?
¿Acaso tomas posición?
No hay ser ni criatura
que definir aquí.
Lo mismo que integramos
con la palabra carro
lo que es sólo
un montaje de piezas que se van agregando,
así también cuando están presentes los agregados,
aceptamos la convención
de que existe un ser vivo.
Pero sólo hay tensión, dolor;
que llegan y se van,
tensión, dolor
de querer ser,
nacer,
envejecer,
morir,
sólo eso cuando cese cesará.
Entonces Mara el Malo dijo: «La hermana Vajira me conoce». Y se fue de allí, triste y abatido. |
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