Seis poemas de Andrew Marvell Saltana Revista de literatura i traducció A Journal of Literature & Translation Revista de literatura y traducción
Eyes and Tears
How wisely Nature did decree,
With the same eyes to weep and see;
That, having viewed the object vain,
They might be ready to complain!
And, since the self-deluding sight
In a false angle takes each height,
These tears, which better measure all,
Like watery lines and plummets fall.
Two tears, which sorrow long did weigh
Within the scales of either eye,
And then paid out in equal poise,
Are the true price of all my joys.
What in the world most fair appears,
Yea, even laughter, turns to tears;
And all the jewels which we prize
Melt in these pendants of the eyes.
I have through every garden been,
Amongst the red, the white, the green,
And yet from all the flowers I saw,
No honey, but these tears could draw.
So the all-seeing sun each day
Distils the world with chymic ray;
But finds the essence only showers,
Which straight in pity back he pours.
Yet happy they whom grief doth bless,
That weep the more, and see the less;
And, to preserve their sight more true,
Bathe still their eyes in their own dew.
So Magdalen in tears more wise
Dissolved those captivating eyes,
Whose liquid chains could flowing meet
To fetter her Redeemer's feet.
Not full sails hasting loaden home,
Nor the chaste lady's pregnant womb,
Nor Cynthia teeming shows so fair
As two eyes swollen with weeping are.
The sparkling glance that shoots desire,
Drenched in these waves, does lose its fire;
Yea oft the Thunderer pity takes,
And here the hissing lightning slakes.
The incense was to Heaven dear,
Not as a perfume, but a tear;
And stars shew lovely in the night,
But as they seem the tears of light.
Ope then, mine eyes, your double sluice,
And practise so your noblest use;
For others too can see, or sleep,
But only human eyes can weep.
Now, like two clouds dissolving, drop,
And at each tear in distance stop;
Now, like two fountains, trickle down;
Now, like two floods, o'erturn and drown:
Thus let your streams o'erflow your springs,
Till eyes and tears be the same things;
And each the other's difference bears,
These weeping eyes, those seeing tears.




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Ojos y lágrimas
Traducción de Nicolás Suescún
¡Que sabia fue la naturaleza al decretar
que con los mismos ojos se viera y se llorara,
para que habiendo visto el vano objeto
estuviéramos dispuestos a quejarnos!
Pues la vista a sí misma se engaña
y desde falso ángulo calcula las alturas,
estas lágrimas que miden mejor todo,
caen, como plomada o acuático hilo.
Dos lágrimas, pesadas largo por la pena
en los platillos de las balanzas de los ojos,
y luego pagadas en forma equitativa,
son de mis alegrías el precio verdadero.
Lo más bello que nos muestra el mundo,
la risa, incluso, en lágrimas se torna,
y esas alhajas que apreciamos tanto
se derriten en los pendientes de los ojos.
He recorrido, creo, todos los jardines
rodeado de rojos, de blancos y de verdes,
pero de todas las flores que vi en ellos,
miel no, apenas lágrimas, extraje.
El sol, también, que lo ve todo, destila
el mundo a diario con alquímicos rayos,
pero halla que la esencia es sólo lluvias
y al instante en piedad las transforma.
Feliz es aquel que la pena bendice,
aquel que llora más y que ve menos
y que para tener la vista siempre clara
se limpia los ojos con su propio rocío.
Magdalena, más sabia por sus lágrimas,
disolvió sus cautivantes ojos
y al fluir, unidos, liquidas cadenas,
en grillos pusieron los pies del Redentor.
Ni velas henchidas que van presurosas
al hogar, ni la casta dama de vientre
abultado, o la luna llena, son tan bellas
como lo son dos ojos hinchados de llorar.
La mirada brillante que aviva el deseo,
empapada en estas olas, pierde su fuego,
mas se apiada el Tronante a menudo
y aplaca en ella a los siseantes rayos.
El incienso, apreciado antaño por el cielo,
lo fue como lágrima, no como perfume,
y las estrellas son hermosas en la noche
porque a lágrimas de la luz se parecen.
Abrid, ojos míos, vuestra doble compuerta:
practicad asi vuestro más noble uso,
pues otros pueden también ver, o dormir,
mas llorar sólo pueden los ojos humanos.
Caed ahora cual dos disueltas nubes
y allá lejos deteneos en cada lágrima:
caed pues, gota a gota, cual dos fuentes,
o volcáos y ahógaos cual dos torrentes,
y dejad que éstos inunden vuestras fuentes
hasta ser lo mismo los ojos y las lágrimas.
y que unos y otras diverso papel cumplan:
que lloren estos ojos, que vean estas lágrimas.




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Derechos de autor A su tímida amada El jardín Seis poemas de Andrew Marvell