Las Tipitaka, la colección más antigua de enseñanzas budistas, fueron fijadas por escrito por primera vez, según se deduce de una de las crónicas cingalesas, en la primera mitad del siglo I a. C., es decir, más de cuatrocientos años después de la muerte de Siddartha Gautama, el Buda. Constituyen el canon del budismo theravada (la «vía de los mayores»), la corriente del budismo que floreció en Ceilán y el sur de la India en el siglo III a. C., durante el imperio de Asoka, y que en la actualidad es mayoritaria en Ceilán, Birmania, Tailandia, Camboya y Laos.
Las Tipitaka fueron el fruto de una larga tradición de transmisión oral por parte de las comunidades monásticas, que continuó de manera ininterrumpida hasta los tiempos modernos, y no se escribieron en sánscrnito, sino en pali, un dialecto indoario medio probablemente originario del Norte de la India, cercano a las variantes védica y sánscrita del grupo indoario antiguo, pese a que no desciende directamente de ninguna de las dos. El uso del pali como lengua sagrada del canon del budismo theravada formado por las Tipitaka y sus comentarios, que constituyen el principal cuerpo textual conservado en esta lengua se debe quizá a la promoción por parte del Buda y sus discípulos del uso de los prácritos, los dialectos vernáculos, en detrimento del sánscrito clásico, la lengua culta, a medida que la nueva doctrina se expandía. El pali sufrió a lo largo de la historia la influencia de las distintas lenguas nativas de los comentaristas monásticos, y desapareció como lengua literaria en el subcontinente indio en el siglo XIV y en el resto del sudeste asiático en el siglo XVIII, aunque su uso litúrgico todavía pervive. Nunca tuvo un sistema de escritura propio: los primeros textos en pali fueron transcritos mediante el alfabeto brahmi, el antecesor tanto de las escrituras de la India septentrional como de las dravídicas, y los monjes-escribas se sirvieron luego de los distintos sistemas de escritura de sus lugares de origen.
El nombre del canon significa «tres cestas» (ti, «tres»; pitaka, «cestas») y alude tal vez al lugar donde se guardaban los rollos de los manuscritos, hechos con largas hojas de palma cosidas. Las cestas o grupos de textos del canon se han dividido tradicionalmente según su contenido. La primera es la «cesta de la disciplina» (Vinaya Pitaka), que agrupa aquellos que establecen las reglas de la vida monástica. La segunda es la «cesta de los relatos» (Sutta Pitaka), que recoge los sermones, diálogos y palabras del Buda, así como de sus principales discípulos. La tercera es la «cesta de las doctrinas superiores» (Abhidhamma Pitaka), una recopilación de escritos metafísicos, éticos y psicológicos que desarrolla la cesta anterior y en la que se abordan, entre muchas otras, cuestiones relativas a la naturaleza de la mente y la materia. Cada una de las cestas tiene, a su vez, numerosas subdivisiones.
Las cinco suttas aquí seleccionadas forman parte de los Samyutta Nikaya, la segunda de las cinco partes en que se divide la Sutta Pitaka. Los Samyutta Nikaya título que podría traducirse como los «relatos vinculados» son una extensísima colección de casi tres mil textos breves que combinan prosa y verso, ordenados temáticamente. Pertenecen al grupo clasificado según los personajes que aparecen en ellas: las dos primeras tienen como protagonista al mismo Buda, que dialoga con una diosa, y las restantes a tres monjas que meditan en la soledad del bosque y rechazan las tentaciones de Mara, la personificación del mal. El texto original se presenta transcrito en alfabeto pali romanizado. (S) |